La Fundación Fenicia de Gadir

Reproducción anillo fenicio
Gadir fue en origen una colonia fenicia establecida hace más de 3000 años por lo que Cádiz es considerada la ciudad más antigua de todo occidente.

Cádiz es la ciudad viva más antigua de Europa, de occidente y de todo el Océano Atlántico. Las fuentes clásicas, como Estrabón y Patérculo (jeje, me hace gracia este nombre), sitúan su fundación por los fenicios, que la denominaron Gadir o las Gadeiras, que significa recinto amurallado, en el 1104 a.C., unos 80 años después de la Guerra de Troya. Lo que significa que tiene, a día de hoy que estamos en 2015,.. a ver déjame pensar..., 3119 años de historia. ¡Toma ya!

Pero esta datación no ha podido demostrarse, hay que decirlo aunque sea con la boca chica, ya que los testimonios arqueológicos más antiguos de los colonizadores orientales en Cádiz no rebasan como mucho el siglo VIII a.C.

Los fenicios eran un pueblo de la costa mediterránea del Líbano, en el Próximo Oriente, que se dedicaban exclusivamente al comercio marítimo. Desde sus ciudades Tiro, Sidón y Biblos, no me digas que no son nombres chulos para ponérselo a tu mascota, se convirtieron en los principales abastecedores de metales como la plata, el cobre y el estaño, que transportaban desde Europa occidental y que vendían a las grandes potencias asiáticas como los Imperios Babilónico, Asirio, Persa y Egipcio.

Los fenicios fueron fundando colonias comerciales a la largo de la costa africana mediterránea a una distancia de un día de navegación por lo que no tenían que alejarse mucho de la costa, es lo que se llama navegación de cabotaje. Paralelamente otras ciudades griegas, mejor dicho: polis griegas, entre la que destaca Focea, hicieron lo propio pero por la costa europea.

En verdad los fenicios eran los cananeos, fenicios, sólo les llamaban los griegos, y significa hombres de púrpura, porque toda su ropa la teñían de este color. Tinte que extraían de las glándulas branquiales de un molusco gasterópodo, el Bolinus brandaris. Vamos: la cañailla común. Y es que vestir de este color era lo más exclusivo de la antigüedad, sólo destinado a sumos sacerdotes y emperadores, porque era carísimo. Hacían falta 170.000 cañaillas vivas para conseguir teñir un kilo de lana. Ya el cálculo en euros que te lo haga un mariscador de la plaza de abastos.

El establecimiento de la colonia fenicia de Gadir, en este caso por la metrópolis de Tiro, estuvo motivada por la interpretación de un mensaje del oráculo del templo del dios Melkart que aconsejó a estos fenicios que fundaran una colonia más allá de las Columnas de Hércules (el Estrecho de Gibraltar).

Tras tantear varios enclaves, se decidieron por este que nos ocupa, por su estratégica situación cerca de la desembocadura del Guadalquivir que era el punto de contacto con las ricas zonas mineras de Huelva y Sierra Morena, y donde se supone que estaría la capital de Tartessos, o la Atlántida, quien sabe. Es más, antes de que los romanos lo llamaran Betis, el que hoy conocemos como Guadalquivir, se llamaba el río de Tartessos. Los fenicios siempre escogían para establecer sus colonias pequeñas islas o penínsulas cercanas a la costa. Igual situación tuvieron sus metrópolis como la propia Tiro.

Gadir, por lo tanto era ideal, al estar formada por dos islas Erytheia y Kotinousa, frente al estuario del río Guadalete. De modo que se convirtió en el principal puerto comercial fenicio de Andalucía occidental, y sus barcos, comerciantes y productos adquirieron una importante fama en todo el Mediterráneo de la antigüedad.

Los indígenas de la zona, los aborígenes podríamos decir, enseguida, vieron la oportunidad de aprovecharse de estos finos y encopetados extranjeros que a cambio de los metales en bruto que ellos extraían de las minas, estos les pagaban con lujosos productos manufacturados de orfebrería, armas, vestidos y demás utensilios, que traían de las metrópolis orientales. Aquellos pensarían: "mira que bien que no me tengo que molestar en aprender a fabricar nada". Aquellos eran nuestros antepasados ¿ves alguna similitud?

Pero gracias a estos contactos penetró la cultura del Mediterráneo Oriental, "refinando" las primitivas costumbres autóctonas, con la aportación del alfabeto, el vino, el aceite, el trigo, los gatos domésticos, las gallinas, las palomas, los burros, etc. Así como nuevos dioses orientales como Melkart, (que se relaciona con Hércules); la diosa Astarté, que tendría su templo en donde ahora está el Castillo de Santa Catalina; y el dios Baal Ammon que tendría el suyo enfrente, en el Castillo de San Sebastian.

Pasado el tiempo, en el siglo V a.C., se produjeron enfrentamientos entre los fenicios de Gadir y los Tartessos, siendo una de las causas de la desaparición de estos últimos.

Entre los restos más singulares del Gadir fenicio te voy a citar el anillo que apareció en la Casa del Obispo, en 1997, en el interior de una tumba fenicia saqueada. Un anillo del siglo VII a.C. Tal vez hayas visto alguna réplica en el escaparate de la Joyería Rivera en la calle Beato Diego de Cádiz. Es de oro y tiene labrado dos delfines, uno de los símbolos del Gadir fenicio. Debió pertenecer a alguien muy importante, como un sacerdote, que mandó realizar a algún taller del otro lado del Mediterráneo, y al parecer los estudios han demostrado que pasaron por los dedos de tres generaciones a lo largo de un siglo. -¿Qué mágicos sortilegios guardará esta sortija?

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